¿En qué lengua puede estudiar una carrera un español en Polonia? ¿Y un polaco en España? ¿Y un alemán en Suecia? ¿Y un francés en Lituania? La riqueza de idiomas de la UE juega en contra de la materialización del espacio común europeo de universidades que persigue, como uno de los objetivos más relevantes, fomentar la movilidad de estudiantes. Suena bien, pero ¿en qué lengua van a estudiar esos alumnos para poder entender bien los contenidos de ingeniería, historia del arte o sociología? Descartado hace tiempo el esperanto, todo apunta a que la lengua franca va a ser el inglés. En futuro, porque aún no lo es. Sí en el mundo empresarial o en el de la investigación. Pero este aspecto, que requiere una inversión (no sólo económica, principalmente organizativa y de impulso político) a medio-largo plazo no está exento de dificultades.